martes, 2 de febrero de 2010

El Secreto de sus ojos: mil pasados, ningún presente.

Hoy recibí una de las mejores noticias de mi vida. "La Teta asustada", película que se ha vuelto un emblema de la cinematografía nacional, ha sido nominada al Oscar como Mejor Película Extranjera. El sueño de todo cinemero (admitámoslo, todos, absolutamente todos queremos hacer algo tan grande que traspase fronteras y recibir reconocimiento por ello) se hace realidad a través de esta cinta. Pues bien, luego de tocar este orgullo nacional, vamos a nuestra película, que guarda estrecha relación. Porque si los peruanos estamos felices por esta nominación, los argentinos deben también alegrarse (aunque es algo más común en ellos) por "El Secreto de Sus Ojos", también nominada a Mejor Film extranjero. Y la competencia no puede ser más dura (y eso que ni siquiera hemos visto la de Haneke).

Esta película argentina es, a priori, una cinta de suspenso, pero que sabe mezclar drama, comedia y romance. Cuenta la búsqueda de la verdad por parte de un asistente judicial (Ricardo Darín) en un caso de violación-asesinato de una joven mujer en los años cuarenta, con una Argentina sumada en aquel negro agujero de la corrupción y la matonería. Pues el hecho de ambientar la historia en el mundo del sistema judicial público no hace otra cosa que darle amargura a las escenas y trasmitir la impotencia que muchas veces experimenta el personaje. Y el ambiente es uno de los puntos altos de la película. Una recreación fantástica de la época, apartados artísticos insuperables (dirección de arte, vestuario, fotografía) y un desarrollo que no omite tocar, como ya es costumbre, el desalentado y muchas veces cínico pensamiento argentino sobre su devenir.



La historia es clásica, vista muchas veces en el cine de Hollywood (justiciero impotente que va contra todos para sacar a la luz la verdad). Y es que Juan José Campanella, su director, es un amante de la línea narrativa clásica americana, y fiel aprendiz del film-making gringo (incluso ha dirigido álgunos capítulos de series americanas como House o 30 Rock). Pero no por ello la película deja de atraparnos, en gran parte por la ambientación ya mencionada, las actuaciones, y sobre todo, el hilo conductor del film: la contenida búsqueda del protagonista. Acá el peso recae en Ricardo Darín, quien nos da (una vez más) una clase maestra de actuación. Este señor es genial en lo que hace, basándo su método de actuación no en escenas grandilocuentes o explosiones continuadas, sino en una transformación hacia el personaje, para convertirse eventualmente en Espósito, el frustrado y terco asistente judicial. El rostro y los ojos (¿cuál será su secreto?) de Darín nos transmiten mucho y terminan por darle bases a un personaje que sostiene un film que por momentos puede tornarse predecible. Y como dijimos es una historia ya contada, con algunos lugares comunes, pero que finalmente es sostenido por el ambiente que genera Campanella y la calidad de los actores. Guillermo Franchella, ese eterno cómico de Revista argentina, está sencillamente genial y crea un personaje entrañable, preciso y que da la talla en las escenas con Darín.

A pesar de algunas partes predecibles y un final algo forzado (muy light tal vez), El Secreto de Sus Ojos es una destacable película, que roza la perfección técnica y grita nuevamente al mundo que Argentina tiene 2 monstruos en el ambiente cinematográfico (Campanella es un genial director clásico, y Darín, bueno, ya está de más decir algo). Pues que se siga haciendo ese tipo de cine en esta parte del mundo. La necesitamos.

Nota: 17/20