martes, 29 de enero de 2013

Rumbo al Oscar 2013: Life of Pi


Life of Pi (La vida de Pi) era la película imposible de filmar. Considerando que dos tercios de su metraje transcurren en medio del mar, con una barca que alberga a un joven y un par de animales interactuando, esta cinta pasó por más de un director que prefirió no arriesgar su carrera con tamaño proyecto. varios cineastas pasaron hasta que llegó Ang Lee, el director taiwanés que con su clase y maestría ha cumplido el reto y con creces.

Al principio, la película nos transmite todo este buenrollismo intercultural que si bien es interesante en un primer momento, luego nos choca por lo forzado que parece ser ese “mira, mira lo interesante y bien que se puede vivir en la India”. Algo así como lo que nos cansó en “Slumdog Millionare” hace ya un par de años. Afortunadamente, la familia de Pi se embarca en alta mar con todos sus animales del zoológico y ahí es donde comienza la real aventura. Hay una tormenta, un naufragio, y finalmente Pi acaba en una lancha con una cebra, una hiena, un orangután y un tigre llamado Richard Parker.

 

La sapiencia de Ang Lee para grabar todo lo que ocurre en esa barca por casi una hora y media, incluida una pequeña excursión a una isla mágica, es apabullante. La técnica de este tío para grabar, para poner la cámara, para sorprendernos, crear suspenso y hacer que el espectador se asuste a pesar de que su escenario, quitando el mar de fondo, es una barquita salvavidas. Ang Lee se marca el trabajo de dirección de la temporada porque con dos cojones tomó el proyecto imposible y lo ha transformado en una película de mil capas: es una película de aventuras (al fin y al cabo, se ha traducido en Latinoamérica con el título de “Una aventura extraordinaria”), pero también es una película reflexiva, abiertamente religiosa. Dios y la fe están constantemente mencionados en toda la película, y al final queda la sensación que el buen Ang Lee no solo ha querido transmitir una historia de supervivencia física, sino también de supervivencia espiritual, y como Dios, sea Alá, Yavé o qué sé yo, siempre está ahí brindándote una oportunidad.

En ese sentido, Lee logra la conjunción perfecta entre técnica cinematográfica y mensaje con profundidad para darnos una película entretenida, conmovedora y mucho más religiosa que algunos pastiches que programan en semana santa. Pero además estamos ante una película mágica, y esa es la segunda parte de la intención de Lee con la cinta: transmitir la magia que rodea a la vida humana. Afrontémoslo, el hecho que en una barca sobreviva por casi un año un joven junto con un tigre, sin morir por inanición o por simplemente ser devorado por el tigre, es casi increíble. Y justamente esta reflexión la recoge Lee en las últimas escenas de la película, con ese final que nos hace reflexionar sobre qué es creíble y qué es en lo que queremos creer los seres humanos. 

 

A nivel técnico la película es simplemente espectacular. Una fotografía notable, que demuestra las mil y una formas hermosas de grabar el intimidante mar. La dirección de arte es sobrecogedora, al crear esa aura mágica casi divina de la cinta. Y una música precisa que nos brinda ese misticismo necesario para hablar de una película con tintes fantásticos. La actuación del joven Suraj Sharma es conmovedora porque logra transmitirnos toda la desolación y frustración de un niño que se vuelve hombre día a día en medio del amor y junto a un felino de temer. Pues mejor que muchos Jesuscristos inertes que también vemos en Semana Santa.

Una hora y media de la película transcurre en una barca y nunca nos aburrimos. El gran guión de David Magee y la astucia de Ang Lee se mezclan en un dueto inmejorable para darnos cine del bueno. La valentía de ambas personas radica también en confiarles bastante metraje a los animales. La aparición de los animales en esta cinta es preciosa. Cómo están filmados, ya sea quietos o en movimiento. Nunca hemos visto close ups de animales tan certeros, transmitiéndonos la sensación que en verdad los animales tienen alma. La interacción de los mismos, cuando todos se encuentran en la barca luego de la tormenta, es maravillosa y de una profundidad mayor que se acrecienta con la historia “realista” que cuenta Pi. La pelea del orangután y la hiena, la llegada a la isla de las suricatas y todos los movimientos de Richard Parker exudan tanta belleza que crean el balance perfecto de una película mágica con una película natural. Ese balance perfecto es el que dosifica a la vida de Pi como una de esas películas asombrosas, atrapantes, apasionantes y que quedarán en la retina del espectador por la forma y por el fondo. En verdad, una aventura extraordinaria. 

 

Nota: 18/20

viernes, 18 de enero de 2013

Rumbo al Oscar 2013: Silver Linings Playbook

Siempre hay una película catalogada como “sentimentalona” en los premios importantes de la academia. “Silver Linings Playbook” (“El lado bueno de las cosas” como se le ha puesto en Latinoamérica) pertenece a dicha categoría, ya que narra la historia de superación de un hombre bipolar (Bradley Cooper), cuya condición explota a partir del descubrimiento de la infidelidad de su esposa y que ingenuamente buscará reconquistarla a pesar de la negativa de sus padres (Robert de Niro y Jackie Weaver) e incluso la fulgurante aparición de una joven viuda (Jennifer Lawrence) que lo retará a superarse. Pues esta película es eso, una feel good movie, pero además, y gratamente, es mucho, muchísimo más. 

Esta cinta es una de las cada vez más modernas “dramedias”, películas que cuentan una historia fuerte y seria (como es el tema de los trastornos psicológicos) con brochazos de humor. El guión de esta película es sencillamente fantástico, por la historia que cuenta, cómo lo cuenta y por los hilarantes diálogos y situaciones que se dan. Porque “El lado bueno de las cosas” es un drama potente, pero también una comedia de situaciones y una comedia romántica. Situaciones graciosas que parten de asuntos graves como las discusiones entre padres e hijos o de peleas entre barristas deportivos y situaciones graciosas a partir de una tensión sexual precisa, como pocas veces vista, entre la pareja protagonista. Caer en el dramatismo extremo de los conflictos familiares es lo más fácil en una película, pero el guión aprovecha la situación dura de esta familia y nos parte de risa en medio de los llantos y angustias. Y juntar a dos protagonistas simpáticos para crear una supuesta relación de pareja es muy común, pero casi nunca se ve un resultado con tanta sinergia como en la pareja formada por Cooper y Lawrence… ¡Y eso que Cooper se pasa toda la película diciéndole a Lawrence que quiere reconquistar a su infiel esposa!

 

Pero la magia de la película no solo está en el guión, sino también sus personajes. Si en “Zero Dark Thirty” señalábamos la ausencia de personajes que nos involucren en sus historias, aquí pasa todo lo contrario, con personajes con matices y disfuncionales que buscan salir adelante, gracias al guión y gracias a extraordinarias actuaciones de todo el elenco. Pat Jr., el protagonista, es interpretado por Bradley Cooper, el tío guay de “The Hangover” y que en esta cinta rompe su estereotipo para hacernos sentir en carne viva la desolación y desesperanza de un hombre bipolar que cree estar aún enamorado. La película requería de un actor con iguales dosis de comedia y drama. Cooper es un muy buen comediante, y aquí lo demuestra, pero su certero registro dramático es una grata sorpresa. Además, tiene la virtud de no caer en los excesivos lugares comunes a los que recurren aquellos actores que interpretan a personas con alguna enfermedad mental. En realidad, la película, con su fantástico tratamiento, nos hace olvidar que estamos ante una historia plagada de personajes con alguna discapacidad mental, enfermedad que suele ser explotada en demasía por guionistas y actores de Hollywood. Qué alegría descubrir que los sueños se pueden hacer realidad (Bradley Cooper, como estudiante del Actors Studio, frente a Sean Penn: http://www.youtube.com/watch?v=IXu0obfV4X8)

Las otras actuaciones son igual de fuertes, sino más potentes, que la de Cooper. Jennifer Lawrence, esa chica bellísima y talentosísima demuestra la fuerza interpretativa que tiene para regalarnos a Tiffany, una joven viuda que se volvió un poco puta a partir de su tragedia personal. Tiffany ayuda a Pat Jr. a superarse y, en el camino, redescubrir el amor. Lawrence se entrega, nos hace reír, pero sobre todo, conmovernos con la angustia de esta niña forzada a ser mujer antes de tiempo. Le va llegando la hora de madurar a esta actriz y lo está haciendo muy, pero muy bien. Jackie Weaver, actriz australiana relativamente conocida, ofrece las dotes precisa de madre preocupada por ver que su familia lucha consigo misma día a día. Su papel es de la madre preocupada y lo cumple con creces. Y su química con De Niro es preciosa. Justamente De Niro, el gran Robert De Niro, vuelve a ser esa bestia parda que conocemos y nos ofrece una de sus mejores actuaciones no de los últimos tiempos, sino de toda su carrera. El gran Bob interpreta a ese personaje al que se había acostumbrado en los últimos años, el viejo y renegado patriarca familiar, pero esta vez esta menos entregado a la mueca fácil y mucho más concentrado en conmover. Sus escenas con Cooper son de potentes, destilando la tristeza interior de un padre que no solo no estuvo ahí para su hijo, sino que sabe que la enfermedad de su vástago es hereditaria. Un hombre con un trastorno obsesivo compulsivo por su afición a su club deportivo, y que lidia con esta afición psicótica y los retos familiares. De Niro ha vuelto (Pacino, ponte las pilas).

 

Guión y actuaciones en su máximo esplendor nos dan personajes preciosos con una serie de momentos inolvidables, los cuales se concentran en el climax final del baile y la puntuación del mismo. Esa exaltación por haber triunfado, a pesar de la pobreza de la puntuación final, conmovió a toda la familia y a todos nosotros. Esa felicidad que desprendían Tiffany, Pat Jr, sus padres y amigos erala felicidad de un grupo que se superaba asimismo y lograban aquello que buscaban: no ganar, sino ganarle a sus miedos y barreras. Una sensación que no teníamos desde aquella joyita llamada “Little Miss Sunshine” hace ya un par de años. Como dijimos en la anterior crítica, los espectadores vivimos las películas a través de los personajes, y aquí nunca mejor ha sido diseñada tal situación. Con sus carencias y patologías, queremos a estos personajes, y queremos que logren su cometido, por más que ellos mismos no sepan lo que quieren. En esa conexión radica la genialidad de “Silver Linings Playbook".

Pero nada de esto hubiera sido posible sin que se hubieran conectado todos los puntos. Y esto lo hace David O. Russel, director más conocido por su temperamento que por sus dotes artísticas, pero que ya en el 2010 sorprendió a todos con “The Fighter” y que ahora se consolida con “Silver Linings Playbook”. No solo conjuga bien guión y actores, sino que brinda una gran dirección que tiene una voz propia. Los acercamientos de cámara con zoom o la cámara que cambia rápidamente de personaje a personaje son parte de su registro, y si bien a veces da la impresión de abusar un poquito de esos registros, los mismos sirven para introducir más al espectador a la historia. Y si bien dura dos horas (larga extensión para una comedia), nunca nos aburrimos. Gran labor de David O. Russel tras las cámaras, y que bien recibir un gran director de actores (ya le dio Oscares a Cristian Bale y Melissa Leo, y ahora parece que esta película ganará un par de premios de actuación).

“El lado buenas de las cosas” es una película que parecía una cosa simple (comedia romántica con personajes disfuncionales), pero que evoluciona a algo mucho mayor: diálogos formidables, guión preciso, actuaciones memorables, una dirección dinámica, escenas para el recuerdo. Esta cinta lo tiene todo para ser considerada un clásico del género y para ser recordada por superarse a sí misma. Porque así como os personajes se superan, la cinta también supera a la premisa y al género mismo: porque las feel good movies y las comedias románticas de enredos pueden ser más, muchísimo más, de aquello a lo que originalmente apuntan. Una película con más profundidad que cualquier dramón serio y más comicidad que cualquier comedia palomitera. Un clásico instantáneo. 

 

Nota: 18/20


lunes, 14 de enero de 2013

Rumbo al Oscar 2013: Lincoln


Si hay un director bigger than life hoy por hoy es Steven Spielberg. Siguiendo la estela de Cecile B de Mille, Spielberg tiene acumulada películas sobe eventos claves, históricos, como la batalla de Normandía o el rescate de Oscar Shindler, o ficticios, como la reproducción de los dinosaurios o el primer contacto del hombre con marcianos. Por ello, parecía el indicado para llevar a la gran pantalla la historia de uno de los Presidentes más recordados de Estados Unidos: Abraham Lincoln. Y en verdad, es el indicado. Lo que sucede es que tal vez la vida de Lincoln no es tan cinematográfica como se creía.

O tal vez sí, pero la parte seleccionada para ser retratada en la película nunca llega a llamar la atención del espectador. La cinta narra la lucha política de Lincoln (Daniel Day Lewis) para que el Congreso americano apruebe una ley que abolirá definitivamente la esclavitud de los afroamericanos, mientras lidia con los avatares de la guerra civil americana. El hecho que se narre por dos horas y media una contienda política por ganar votos no necesariamente es aburrida, considerando que el género político es uno de los más utilizados en Hollywood. Pero dichas historias generalmente se ven resaltadas por los conflictos internos de los políticos y las luchas de poder y engaños, y no por los debates con las razones a favor y en contra de aprobar una ley. Hay muchas veces en la película situaciones que nos recuerdan más al canal del Congreso, en el que vemos dichos debates, que a una película. Los debates se pierden en el tedio de la película, la cual resulta francamente de las más aburridas que este humilde bloggero ha visto en su vida. Un guión mecánico y simplón para una película que debió ser épica.

La dirección de Spielberg tampoco colabora con la historia, ya que es muy simple y sin mayor compromiso con la historia. Sumado al soso guión, todas las escenas del Congreso solo sirven para conciliar el sueño y nada más. Como pocas veces sucede, leer un periódico hubiera resultado más entretenido que ver una película. A nivel artístico, vestuario, maquillaje y fotografía, la película es impecable, pero a nivel narrativo, el supuesto punto fuerte de Spielberg, es pobrísimo el resultado. Resulta increíble ya que grandes labores de dirección como la de Be Affleck en Argo hayan sido dejadas de lado por esta chata dirección de Spielberg. Si teníamos miedo de que “Zero Dark Thirty” sea la película ultra premiada por su supuesto patriotismo (que al final tan patriota no es), es “Lincoln” la cinta que parece haber recibido el favor de los premios por contar la historia de uno de los hombres más importantes del país azul, blanco y rojo.

 

Justamente el personaje del Presidente Lincoln no aporta mucho a su propia película. Resulta un personaje inmaculado, con una presencia casi santa, intocable para todos y tan distantes para los personajes de la película como para los espectadores. La figura de un ídolo celestial como Abraham Lincoln sufre en una época que nos enamoramos más de personajes complicados y hasta de moral dudosa. Esto nos debe llevar a la reflexión sobre cómo la figura del héroe americano está cayendo y casi no encontramos un prototipo de héroe de los que abundaban en los 80s o 90s. Nunca vemos cómo Lincoln “se la juega” por su norma, sino que lo vemos pulular, cual fantasma, de habitación en habitación, sermoneando o golpeando la mesa ante las burocracias de sus súbditos. 

Lamentablemente, la actuación de Daniel Day Lewis tampoco ayuda. En este blog amamos a Day Lewis, intérprete con una capacidad para tomar personajes y mitificarlas, para convertirlas en unas fieras totales. Como muestra su última gran actuación como el empresario petrolero Daniel Plainview en “There will be blood”. En esta ocasión, la tarea era la inversa: tomar un mito y humanizarlo en beneficio de la película. Pero en esta ocasión, el buen Daniel humaniza tanto a Lincoln que en algunos momentos llega a aparecer una caricatura, con la voz impostada y con unos manierismos que podía pertenecer a otros personajes, pero no al Presidente Lincoln. Y es que todos teníamos claro que otros personajes de Day Lewis como Plainview o el Carnicero de “Pandillas de Nueva York” era personajes netamente ficticios, por ser exagerados y casi animales. En esta ocasión, el trabajo consistía en humanizar a un personaje real, bajarlo al llano, pero no se logra el resultado esperado. No nos malinterprete, la actuación de Day Lewis es buena, pero tal vez no es lo que se hubiera esperado del actor. En todo caso, creemos que mejor le hubiera quedado el papel a un actor especialista en humanizar  a grandes mitos y que era la primera opción para interpretar al Presidente de la barba: Liam Neeson.

 

El resto del cast resulta, cuanto menos, pintoresco. Sin mayor desarrollo pasan por ahí actores como Hal Holbrook, Jackie Earle Haley o David Strathairn, pero sin mayor profundidad. Los únicos personajes con algo de vida son el trío de buscadores de votos liderados por un socarrón James Spader. Lo de Sally Field es un caso aparte, ya que resulta una buena actuación de manual, exagerando y enrostrándonos en todo momento que la Sra. Lincoln estaba bastante loca, lo que resulta muy cargante y cansino. Qué diferencia con los actores de la genial “Silver Linings Playbook” (que ya comentaremos más adelante). El único actor que dota a su personaje de profundidad y personalidad es el gran Tommy Lee Jones, que utiliza sus años a su favor y construye un político de ideales cruzados y agendas ocultas como los que conocemos en la realidad.

“Lincoln” es una película con un desarrollo plano, estático, aburrido hablando sinceramente. Durante las dos horas y media de metraje veía mi reloj a cada rato, lo cual no es una muy buena señal. Una total decepción considerando el director, los actores y al personaje que retrataban. Pero más allá de la historia americana que cuentan, como producto cinematográfico el resultado es poco alentador. Con tanto talento, algo debió salir mal, creo yo que el guión de Lincoln ha sido el detonante de tamaña decepción. Porque aprobar una ley puede ser una acción dramática interesante, pero como es tratada aquí, queda como un fin muy plano por lo cual comprometernos. Será que no somos americanos. Pero también hay que recordar que el cine es universal. Y Spielberg sabe esto. 

 

Nota: 11/20

viernes, 11 de enero de 2013

Rumbo al Oscar 2013: Zero Dark Thirty

“La noche más oscura”, como se titula en Latinoamérica, es la nueva película de Katherine Bigelow, la nueva niña, o señora para ser más precisos, dorada de Hollywood. Impulsada por los Oscares que se llevó hace un par de años por “The Hurt Locker”, Bigelow y su guionista Mark Boal decidieron embarcarse en un proyecto más ambicioso: relatar, en base a relatos y documentos de primera mano, como fue la caza de Osama Bin Laden. Con el Oscar encima y con el relato de la búsqueda del enemigo número 1 de Estados Unidos, “Zero Dark Thirty” era el must de la temporada 2012.

“Zero Dark Thiry” está contada a partir de las peripecias de Maya (Jessica Chastain), una joven analista de la CIA que ha hecho de Bin Laden su causa personal. Maya es ese típico personaje terco y algo antisocial cuya obstinación es el motor de la película. Pero hay momentos donde no llegamos a comprender su empecinamiento con el terrorista internacional. Es cierto, es Osama Bin Laden y todos quieren cazarlo, pero en la película seguimos a un personaje que parece pulular de oficina en oficina, de una base militar a otra, pero hay momentos en que simplemente no nos sentimos compenetrados con su misión. No es por la actuación de una Jessica Chastain que saca petróleo del material que tiene, sino que el personaje parece no estar muy bien desarrollado. Si bien Maya es bien delineada al principio y la conocemos, no nos introducimos de fondo con su psicología y sus motivaciones, a diferencia del protagonista de la anterior película de Bigelow, el duro y suicida sargento William James interpretado por Jeremy Renner. Por ello es que a veces daba la impresión que todos los eventos se daban teniendo a Maya como simple observadora. Es cierto que es un personaje no tan atractivo debido a su carencia de vida familiar o social, pero escenas como la última de Maya abordando el avión para ir a casa o el gran momento “motherfucker” en la CIA demuestran que hubiera sido preferible reducir los “momentos de trabajo” (como Maya en las oficinas o Maya en el desierto) por “momentos más íntimos”.


Otro problema de la película es que si en Maya ya hay un personaje a “media máquina”, tampoco hay secundarios con peso. A pesar de haber demostrado solvencia en otros proyectos, buenos actores como Mark Strong, James Gandolfini o Kyle Chnadler son meras piezas del tablero para contar la historia, sin ser desarrollados más allá de la caricatura o lo que podemos esperar de un típico “jefazo” de la CIA. Si duda el mejor personaje del film, al menos mientras duró, es el interpretado por Jason Clarke, actor no tan conocido que se roba cada escena en la que sale. Su papel es del típico enforcer de la CIA que se encarga de realizar las maniobras más duras de tortura y cuya labor lo termina hastiando, pero Clarke demuestra con expresiones mínimas pero contundentes toda la mierda mental por la que pasa este hombre. Lamentablemente, y de manera inexplicable, a la media hora de película el personaje se traslada a los headquartes de la CIA, abandonando la acción central del film y solo reapareciendo para ayudar brevemente a Maya en una misión. Hubiera sido interesante ver la dupla de Maya y Dan durante todo el film, lo que hubiera acrecentado al personaje de Chastain y al mismo compromiso de los espectadores con el film, el cual termina resultando un tanto distante y frío.

La película está contada casi a nivel periodístico, por episodios introducidos por subtítulos. Esta es una técnica que también utilizó Bigelow en The Hurt Locker (y como ya la hemos mencionado mucho, introducimos la crítica que hicimos de dicha película: http://theinsider24.blogspot.com/2010/03/hurt-locker-entrando-sin-miedo.html). Pero a diferencia de esta última, donde todas las escenas se sumaban en un todo y no daban la impresión de ser una película “cortada”, en “La noche más oscura” la sucesión de escenas sí resiente la continuidad de la película, dando la impresión que estamos más ante capítulos de una serie de televisión que ante un film. Tal vez sea un error del guionista, el oscarizado Mark Boal, quien es periodista de profesión. Boal contó en “The Hurt Locker” lo que había vivido de primera mano junto con un escuadrón de bombas en Irak. En “Zero Dark Thirty”, Boal supuestamente se enriqueció de archivos secretos sobre todo el entramado para atrapar a Bin Laden y con eso fabricó su guión original. Pero esta recopilación de datos expresada en el film se ha hecho con intención más de reportaje que de película. Los reportajes periodísticos nos informan, muchas veces fríamente, de algo que pasa. Las películas nos cuentan cosas pero a través del prisma de personajes que nos envuelven y nos conmueven. En el caso de esta película, estamos más cerca de un especial informativo de la captura de Bin Laden que de la historia de frustrados agentes de la CIA con una obsesión a cuestas. Boal se olvidó de una premisa básica del cine: antes que informar, y antes que la historia, los personajes son fundamentales, porque nosotros, el espectador, vivimos la trama a través de ellos.

Y ya que introducimos a la televisión, puede resultar este un buen momento para hablar cómo la magnífica televisión americana de estos primeros años de siglo XXI ha afectado al cine. Lo decimos porque la historia que cuenta la cinta en cuestión la hemos visto, de alguna manera, en una de las series más prestigiosas en USA actualmente: Homeland. Sin ser una serie perfecta, Homeland también narra la obsesión de una agente de la CIA por atrapar a los terroristas, aunque su trama es mucho más compleja (dejo un enlace de un podcast que inicié con un amigo y colega con nuestro análisis sobre su recientemente finalizada segunda temporada: http://www.ivoox.com/el-stream-mato-al-cable-tercer-programa-audios-mp3_rf_1667117_1.html). En la película de Bigelow no hay nada que no se haya mostrado en Homeland (salvo una escena que ya comentaremos más adelante): la agente enfrentada a sus superiores (y que por supuesto tiene razón siempre), los ataques sorpresas de los terroristas, los árabes siendo árabes, y todas las estrategias del espionaje de altísimo nivel mundial. Si el cine a color apareció para desbancar a la televisión, parece ser que la televisión de calidad ha llegado para desbancar al cine ¿Estará en peligro el cine?


Decíamos que había una secuencia de la película que nos hizo recordar que estábamos ante una película: es la escena del tan esperado ataque a Bin Laden. Esos 25 minutos que aproximadamente dura el ataque al refugio de Bin Laden son cine en su máximo esplendor. Y nos permiten reafirmar que Bigelow sabe cómo filmar acción y tensión plano tras plano. El ataque de los “canarios” a la mansión de Osama es la mejor secuencia de la película y una lección maestra de cómo mantener al espectador al borde de su asiento, a pesar que ya sabíamos cómo terminaba todo este asunto. Además, la introducción de los marines encargados de terminar con Bin Laden en los últimos 45 minutos del film fue una bocanada de aire fresco que ya pedía un film que se ahogaba en el tedio de la impotencia de Maya y la inoperancia burocrática de la inteligencia estadounidense.

A pesar de esos fallos, “La noche más oscura” tiene escenas “al límite”, muy bien rodadas por una directora más que capaz como lo es la inteligente Katherine Bigelow, pero de eso no se compone una película. Falta enlazar la trama y reforzarla con personajes atrapantes y atractivos. Eso que tuvo “The Hurt Locker” en potencia en su narrativa y seducción con sus personajes le falta a “Zero Dark Thirty”. Una película que tuvo un material interesantísimo, pero cuyo tratamiento distante y casi periodístico hace que nos interese muy poco la forma como se atrapó al supuesto enemigo número uno del mundo.


Nota: 15/20