martes, 21 de octubre de 2014

El Elefante Desaparecido: cine negro (del bueno) hecho en casa

¿Cuál es el límite entre ficción y realidad? Todos los que nos hemos aventurado a escribir ficción (con o sin mayor éxito, aunque esto es relativo) sabemos que siempre hay algo de nosotros en las piezas de ficción que creamos. Ya sean historias que se desarrollan en la primera guerra mundial o en una galaxia muy, muy lejana, nuestras ficciones arrastran parte de nuestras vivencias, sueños y frustraciones. Arrastran lo mejor y lo peor de cada uno.

De esto trata, al fin y al cabo, "El Elefante Desaparecido" (EED), segundo largometraje del otrora prometedor director peruano Javier Fuentes-León que, con EED se afianza como uno de los directores más importantes del medio. EED narra la historia de Edo Celeste (Salvador del Solar), policía convertido en novelista que ha sufrido la pérdida de su novia (Vanessa Saba) y que no sabe cómo sobrellevar dicha pérdida si no es escribiendo las aventuras de su personaje cúspide, Felipe Aranda. Cuando un inquietante actor (Lucho Cáceres) que interpreta a Aranda en una muestra fotográfica y una misteriosa mujer (Angie Cepeda) comiencen a perturbar a Celeste con sus preguntas e indagaciones, el propio novelista se preguntará si la desaparición de su novia tiene más aristas por investigar. Ante esta entrampada historia, la película se desarrolla como un clásico policial, con misterio y persecución incluida, que acumula todos los elementos necesarios del buen cine negro.
El cine negro es uno de los géneros más fascinantes del cine. Guarda muchos de los que ahora podrían considerarse clichés del cine: la mujer fatal, el protagonista desorientado, el villano encantador, los secundarios viscosos, el misterio que decepciona, etc. Así, Fuentes-León aprovecha bien estos arquetipos y construye a partir de allí su historia. Y esta es la principal virtud de EED: condensar con acierto el lado narrativo y de personajes del cine negro con una estética muy propia de este género. Es precisamente a nivel técnico que la película aumenta puntos. La fotografía del colombiano Mauricio Vidal es sencillamente genial, sobre todo en esos momentos claroscuros en el que el protagonista decide cruzar la línea entre la sospecha y la verdad. 

Este es un punto aparte para el cine peruano. Podrá tener muchas críticas esta película, pero no a nivel estético. Visualmente la película es deliciosa, al punto que muchos la han calificado como que "no parece peruana". Al ver los créditos de EED podemos apreciar que es una coproducción peruana-colombiana y que cuenta con muchos auspicios de empresas privados. No por nada detrás de ella está Tondero, producción conocida por éxitos comerciales como "Asu Madre" o "A los 40". Resulta loable que la industria peruana vaya encontrando identidad y no descuide los valores cinematográficos prefiriendo solamente los comerciales. Para ello debe dar dinero y debe confiar en el equipo técnico. Fuentes -León es el principal responsable de ello.

La cinematografía peruana no suele ser de "directores". Es más de "actores", de "guiones" (pocas de ellas) y sobre todo de "atmósferas". Lombardi es tal vez el mejor director peruano, pero pertenece a esa hornada de directores "clásicos", que no les gusta (a buena hora, a veces) resaltar más que el guión o la historia. Pero en EED, Fuentes-León logra destacarse como un director no solo con oficio, sino con recursos. Es una dirección precisa para este tipo de historia y que dosifica bien el uso de recursos con la calma de los clásicos. Justamente resulta ideal para el cine negro, género tan clásico como revolucionario. Finalmente, es gratificante que se trate de un autor que va encontrando elementos comunes a lo largo de su cinematografía: el más obvio de estos recursos es el mar, escenario de su primer largo (Contracorriente), pero en especial resulta curioso su obsesión por los reflejos (espejos, mar) y la identidad (homosexualidad en "Contracorriente" y autor/personaje en EED).
Pero así como se necesita de una atmósfera adecuada y un director hábil, el cine negro requiere de actores con carácter y con rostros. Caras como las de Bogart o Cagney marcaron a este género, y era necesario encontrar los intérpretes ideales. Empecemos con los secundarios, tan o incluso más importantes para este género. Lucho Cáceres demuestra ser el actor más natural del Perú (con el perdón del Master class del "Método" que nos ofrecen Vega, Torres Vilar o Iza) y con ese porte animal del mejor Robert Michum compone un villano tan atrapante que el giro final nos choca aún más. Andrés Parra (recordado "Patrón del Mal") tiene la viscosidad de los sombríos gordos que componía Sydney Greenstreet, mientras que Vanesa Saba y Angie Cepeda componen dos lados de esa misma moneda que es la fantasmal obsesión amorosa de Celeste (Saba con mayor oficio y presencia que la colombiana). Toño Vega, Carlos Carlín y en especial Tatiana Astengo demuestran los buenísimos actores que son con papeles cortos pero que cumplen con su cometido en las desventuras de Celeste. Finalmente Salvador del Solar no será Bogart, pero ofrece los matices románticos y hasta desoladores suficientes a un personaje que era clave para que nosotros, los espectadores, nos mantengamos enganchados a nivel emocional con el misterio de la película.

Finalmente el giro final es el que más debate ha generado. Particularmente creemos que ese final calza con el misterio y la nebulosa presentada en toda la película. Vamos, existen películas de Lynch (con quien tantos paralelos se han trazado, aunque nos parece que existen más semejanzas con Fincher) con mayores agujeros argumentales (de los que no se salva tampoco el EED) y con finales más decepcionantes (pero allí nadie denuncia nada). El giro, spoiler, en el que Celeste es Aranda y "Aranda" es el autor resulta contundente y le añade una capa más a una película que si bien era un film noir muy bueno exclamaba a gritos poder trascender. Estaba escrito, en las pequeñas pistas que dejaba Fuentes-León y en el propio backstory del personaje de Celeste. Por ello es que en una cinematografía que peca a veces de simplona, resulta fascinante que una película peruana se atreva a más y quiera trascender. Y lo más importante, sin artificios ni pretensiones, sino con una película que, en primer lugar, entretiene, es eficaz y la mejor muestra que en este país se puede hacer cine de género de mucha, muchísima calidad.

Nota: 18/20
 

lunes, 6 de octubre de 2014

Gone Girl (Perdida)

Comenzamos con "Gone Girl" (Perdida en Latinoamérica) el repaso por las posibles contendoras a mejor película en los Oscar del 2015. La Nueva película de David Fincher está basada en una novela de Gillian Flynn y cuenta la historia de Nick Dunne (Ben Affleck), escritor en horas bajas que ve cómo su mundo se pone de cabeza cuando su casi perfecta esposa (Rosamaud Pike) desaparece misteriosamente. Allí arranca una historia que tiene los ingredientes preferidos del cine de Fincher: la documentación del alma humana en corrupción y un examen de cómo el sistema termina por oprimir las relaciones humanas.


La historia tiene todos los ingredientes del thriller: desde las interrogantes que constantemente va planteando en el espectador hasta la aparición de personajes arquetipos del cine más noir de Hollywood como la femme fatale o los creepys ex amantes. Y debemos agradecer en primer lugar a Fincher y su excelente mano para narrar historias. Las películas de Fincher tratan temas diversos, y pueden resultar más o menos entretenidas, más o menos completas, pero siempre son entretenidas. Estamos ante un narrador impecable, un tipo que tiene el ojo para poner la cámara y el tempo para marcar el ritmo que él quiere imponer. "Gone Girl" tiene un metraje de dos horas y media, pero ni se siente. No hay nadie hoy por hoy como Fincher para dirigir historias de grandes investigaciones (sea de un asesino en serie o del verdadero creador de una red social) con resultados apabullantes a nivel social pero, sobre todo, a nivel personal. Además Fincher debe estar en el top five de directores para crear atmósferas de los últimos tiempos: a las ya clásicas escenas de persecución por los lluviosos barrios de "Seven" o el Gyllenhall en el sótano de "Zodiac" podemos sumar la iluminada pero tenebrosa "casa perfecta" de Desi Collings (Neil Patrick Harris). Notable trabajo también en la fotografía de Jeff Cronenweth, usual aliado de Fincher.

La virtud en la narración de la película también se la debemos al guión de la propia Flyyn, quien salta a la pantalla grande adaptando su propia novela y con resultados más que óptimos (algo no tan fácil como suena). Pero también es el guión el que presenta las pocas críticas que le podemos hacer a la cinta. Y es que el final se siente muy estirado, alargado, a tal punto que todo lo que se nos cuenta en los últimos quince minutos resulta consecuente, obvio, y pudo ser abreviado. Así también encontramos algunos agujeros en el guión (sobre todo en el Plan B de Amy, desde que se encuentra con Desi hasta su reaparición) y algunas situaciones que podrían sonar trilladas y hasta exageradas. Entendemos que "Gone Girl" no sólo es un thriller, sino también una crítica a la "mass media" y a las falsas alarmas que encienden los micrófonos, pero la cinta peca a veces de caer en algunos lugares comunes y situaciones obvias. Tal vez una segunda revisión del guión le hubiese permitido a Flynn contenerse un poco más, pero claro, esto cae en el wishful thinking. En el análisis general, el guión de "Gone Girl" presenta más aciertos que desaciertos.

Pero tal vez el gran acierto de la película, y de Fincher, es el maravilloso casting de "Gone Girl". Una gran película como "Gone Girl" puede darse el lujo de decir que tiene un cast casi perfecto con actores desconocidos o que sencillamente no habían tenido la gran carrera en Hollywood. Aquí un párrafo aparte para Ben Affleck. Si bien es cierto que en los últimos años ha reivindicado su carrera como director, en especial con "Argo", Affleck siempre ha sido considerado un pésimo actor (vean el "affaire Batman" que es más famoso por su supuestamente inmerecido Oscar a Mejor Guión (se dice que Matt Damon escribió todo mientras Affleck fumaba hierba) y su publicitada relación con Jennifer López. Y en realidad Affleck no es un gran actor, tal vez ni siquiera sea uno bueno. Pero como dicen, no hay actor malo, solo hay malos castings (que lo diga Adam Sandler y su más que decente actuación en "Punch Drunk Love" del genio Paul Thomas Anderson). En esta película, vemos en cada aparición suya por qué Fincher escogió a Affleck como su protagonista. El Nick Dunne de Affleck es un tipo sobrado, que cree que merece más de lo que tiene, insatisfecho, incomprendido, resentido, víctima. En una línea hemos pasado a describir las múltiples facetas de un personaje complejo, al cual Affleck encarna de manera maravillosa. Basta ver esa escena en que finge una sonrisa para complacer a la prensa. Eso es cine: transmitir tanto con tan solo un segundo de metraje. 


Pero la real sorpresa del film es Rosamund Pike, actriz británica que hasta el momento no encontraba el rol adecuado. Y es que en "Gone Girl" ella es la estrella. Pike compone un personaje complejo, de mil caras, que pasa de ser la chica perfecta con la que todos se quieren casar a ser una verdadera hija de puta. Lo de Pike es de antología, encantadora como la novia ideal, gélida como la esposa insatisfecha, feroz como la manipuladora implacable que es. Tomando cosas de la más dulce Hepburn y la más perversa Stanwyck, Pike apunta alto con el rol que, esperemos, signifique su trampolín a una carrera más que destacada. 

El resto del cast es genial. Otro criticado por la crítica como el comediante Tyler Perry compone un ideal abogado que, a pesar de tener su historial, se ve sorprendido por los matices del caso de la desaparición de la Amazing Amy. Neil Patrick Harris compone una versión un poco más psycho de su Barney Stinson en How I Met Your Mother, saliendo airoso en su salto al cine. Pero son las secundarias femeninas las que le otorgan garra a la película. Tanto Kim Dickens como la detective Boney como Carrie Coon como la hermana del sospechoso esposo ofrecen grandes actuaciones que otorgan el balance perfecto a dos protagonistas que, en un principio, ofrecen retratos fríos y distantes (por la naturaleza de sus personajes). 

"Gone Girl" no pasará como lo mejor del cine de Fincher (Seven, The Social Network y Zodiac tienen bien ganado el podio), pero es una clase maestra de cómo hacer un thriller moderno con elementos clásicos y utilizados mil veces, pero dotándolos de nuevos matices. Fincher demuestra ser un genio y ser capaz de coger cualquier historia para ofrecernos, como siempre, una mirada a la descomposición de las relaciones humanas y el evidente resultado que se genera: como Summerset en Seven, como Graysmith en Zodiac, como Zuckenberg en The Social Network, Nick Dunne acaba solo. Es el destino inexorable del ser humano. 

Nota: 18/20