domingo, 22 de febrero de 2015

Rumbo al Oscar 2015: Boyhood

“Boyhood” es un experimento. Por 12 años continuados, el director norteamericano Richard Linklater grabó el desarrollo de un niño (Elen Coltrane) y su paso de la infancia a la adolescencia. Claro que se trata de un producto documental sino de ficción, por lo que Linklater dotó a la historia de Coltrane de padres ficticios (Patricia Arquette y Ethan Hawke) y una hermana (Lorelei Linklater, hija del director). 


La película es a priori un lienzo del crecimiento del niño protagonista, peor a través de sus ojos podemos ver también el desarrollo de los otros miembros de la familia, lo cual resulta más estimulante. Conforme avanza la cinta, el niño se va haciendo más apático, le cae la adolescencia, y deja la ternura por la sobre emotividad. Lo mismo pasa con su hermana (incluso Lorelei Linklater le pidió a su padre que la saque de la película). Lo más interesante de la película resulta ser la evolución que van sufriendo los padres, Olivia y Mason Sr. 

Es por ello que el corazón de la película radica en el análisis de la paternidad (a pesar que el film se llame “Niñez”). Patricia Arquette compone el personaje más profundo de la película, como una joven que empieza como una madre divorciada y termina, como ella misma lo dice, como una mujer mayor, nuevamente divorciada, y sola ante la partida universitaria de sus hijos. En una película marcadamente naturalista y minimalista, los pocos exabruptos que Linklater concede le pertenecen a Arquette, quien aprovecha bien sus situaciones límites (divorcio, hijos malagradecidos) para prácticamente asegurarse su Oscar. Otro que está muy bien es Ethan Hawke, alter-ego de Linklater, quien con su simpleza y naturalidad hacer creíble el  tránsito de este padre inmaduro a uno con conciencia pero que mantiene bien claro sus opiniones y libertades.

Se ha dicho que la película no cuenta nada porque justamente busca retratar la “vida misma”. Justamente allí radica la principal controversia que causa “Boyhood”. Toda película tiene que contar una historia, un viaje. Y el niño protagonista acaba ya casi adulto en la universidad, pero sin mayor viaje emocional. Tal vez porque resulta difícil para un adolescente poder transmitir todas sus emociones, tal vez porque Coltrane perdió el encanto por lo años, pero nunca llegamos a sentir el impacto de los sucesos en la vida del pequeño. Todo ello al punto que, como mencionamos, son los padres los que terminan robando la película.

Es así que la gran pregunta que suscita la película es ¿qué hubiese pasado si “Boyhood” no se grababa a lo largo de doce años, sino en unos meses con diferentes actores? Eventualmente el “gimmick” de los 12 años termina comiéndose a la historia. Una muy original idea de Linklater que no termina de desarrollar de la manera más óptima. Justamente el cine de este autor norteamericano ha buscado reflejar la vida como es (recordemos la trilogía de “Antes de…”), pero el cine es más que eso. Es justamente aquello por lo cual queremos escapar de la vida. Y no es necesario un conjunto de efectos especiales o de superhéroes. Solo basta un par de personajes y un viaje en el cual los acompañemos. Pero justamente esa esencia del cine es muy difícil de captar en “Boyhood”. Por ello es que la película se queda en un conjunto de situaciones que, naturalmente (todos hemos crecido y madurado), nos emocionan. Pero no nos transportan o no nos ofrecen nada nuevo.


Nota: 16/20

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