“La noche más oscura”, como se
titula en Latinoamérica, es la nueva película de Katherine Bigelow, la nueva
niña, o señora para ser más precisos, dorada de Hollywood. Impulsada por los
Oscares que se llevó hace un par de años por “The Hurt Locker”, Bigelow y su
guionista Mark Boal decidieron embarcarse en un proyecto más ambicioso:
relatar, en base a relatos y documentos de primera mano, como fue la caza de
Osama Bin Laden. Con el Oscar encima y con el relato de la búsqueda del enemigo
número 1 de Estados Unidos, “Zero Dark Thirty” era el must de la temporada 2012.
“Zero Dark Thiry” está contada a
partir de las peripecias de Maya (Jessica Chastain), una joven analista de la
CIA que ha hecho de Bin Laden su causa personal. Maya es ese típico personaje
terco y algo antisocial cuya obstinación es el motor de la película. Pero hay
momentos donde no llegamos a comprender su empecinamiento con el terrorista
internacional. Es cierto, es Osama Bin Laden y todos quieren cazarlo, pero en
la película seguimos a un personaje que parece pulular de oficina en oficina,
de una base militar a otra, pero hay momentos en que simplemente no nos
sentimos compenetrados con su misión. No es por la actuación de una Jessica
Chastain que saca petróleo del material que tiene, sino que el personaje parece
no estar muy bien desarrollado. Si bien Maya es bien delineada al principio y
la conocemos, no nos introducimos de fondo con su psicología y sus
motivaciones, a diferencia del protagonista de la anterior película de Bigelow,
el duro y suicida sargento William James interpretado por Jeremy Renner. Por
ello es que a veces daba la impresión que todos los eventos se daban teniendo a
Maya como simple observadora. Es cierto que es un personaje no tan atractivo
debido a su carencia de vida familiar o social, pero escenas como la última de
Maya abordando el avión para ir a casa o el gran momento “motherfucker” en la CIA demuestran que hubiera sido preferible
reducir los “momentos de trabajo” (como Maya en las oficinas o Maya en el
desierto) por “momentos más íntimos”.
Otro problema de la película es
que si en Maya ya hay un personaje a “media máquina”, tampoco hay secundarios
con peso. A pesar de haber demostrado solvencia en otros proyectos, buenos
actores como Mark Strong, James Gandolfini o Kyle Chnadler son meras piezas del
tablero para contar la historia, sin ser desarrollados más allá de la
caricatura o lo que podemos esperar de un típico “jefazo” de la CIA. Si duda el
mejor personaje del film, al menos mientras duró, es el interpretado por Jason
Clarke, actor no tan conocido que se roba cada escena en la que sale. Su papel
es del típico enforcer de la CIA que
se encarga de realizar las maniobras más duras de tortura y cuya labor lo
termina hastiando, pero Clarke demuestra con expresiones mínimas pero
contundentes toda la mierda mental por la que pasa este hombre.
Lamentablemente, y de manera inexplicable, a la media hora de película el
personaje se traslada a los headquartes de
la CIA, abandonando la acción central del film y solo reapareciendo para ayudar
brevemente a Maya en una misión. Hubiera sido interesante ver la dupla de Maya
y Dan durante todo el film, lo que hubiera acrecentado al personaje de Chastain
y al mismo compromiso de los espectadores con el film, el cual termina
resultando un tanto distante y frío.
La película está contada casi a
nivel periodístico, por episodios introducidos por subtítulos. Esta es una
técnica que también utilizó Bigelow en The Hurt Locker (y como ya la hemos
mencionado mucho, introducimos la crítica que hicimos de dicha película: http://theinsider24.blogspot.com/2010/03/hurt-locker-entrando-sin-miedo.html).
Pero a diferencia de esta última, donde todas las escenas se sumaban en un todo
y no daban la impresión de ser una película “cortada”, en “La noche más oscura”
la sucesión de escenas sí resiente la continuidad de la película, dando la
impresión que estamos más ante capítulos de una serie de televisión que ante un
film. Tal vez sea un error del guionista, el oscarizado Mark Boal, quien es
periodista de profesión. Boal contó en “The Hurt Locker” lo que había vivido de
primera mano junto con un escuadrón de bombas en Irak. En “Zero Dark Thirty”,
Boal supuestamente se enriqueció de archivos secretos sobre todo el entramado
para atrapar a Bin Laden y con eso fabricó su guión original. Pero esta
recopilación de datos expresada en el film se ha hecho con intención más de
reportaje que de película. Los reportajes periodísticos nos informan, muchas veces
fríamente, de algo que pasa. Las películas nos cuentan cosas pero a través del
prisma de personajes que nos envuelven y nos conmueven. En el caso de esta
película, estamos más cerca de un especial informativo de la captura de Bin
Laden que de la historia de frustrados agentes de la CIA con una obsesión a
cuestas. Boal se olvidó de una premisa básica del cine: antes que informar, y
antes que la historia, los personajes son fundamentales, porque nosotros, el
espectador, vivimos la trama a través de ellos.
Y ya que introducimos a la
televisión, puede resultar este un buen momento para hablar cómo la magnífica
televisión americana de estos primeros años de siglo XXI ha afectado al cine.
Lo decimos porque la historia que cuenta la cinta en cuestión la hemos visto,
de alguna manera, en una de las series más prestigiosas en USA actualmente:
Homeland. Sin ser una serie perfecta, Homeland también narra la obsesión de una
agente de la CIA por atrapar a los terroristas, aunque su trama es mucho más
compleja (dejo un enlace de un podcast que inicié con un amigo y colega con
nuestro análisis sobre su recientemente finalizada segunda temporada: http://www.ivoox.com/el-stream-mato-al-cable-tercer-programa-audios-mp3_rf_1667117_1.html).
En la película de Bigelow no hay nada que no se haya mostrado en Homeland
(salvo una escena que ya comentaremos más adelante): la agente enfrentada a sus
superiores (y que por supuesto tiene razón siempre), los ataques sorpresas de
los terroristas, los árabes siendo árabes, y todas las estrategias del
espionaje de altísimo nivel mundial. Si el cine a color apareció para desbancar
a la televisión, parece ser que la televisión de calidad ha llegado para
desbancar al cine ¿Estará en peligro el cine?
Decíamos que había una secuencia
de la película que nos hizo recordar que estábamos ante una película: es la
escena del tan esperado ataque a Bin Laden. Esos 25 minutos que aproximadamente
dura el ataque al refugio de Bin Laden son cine en su máximo esplendor. Y nos
permiten reafirmar que Bigelow sabe cómo filmar acción y tensión plano tras
plano. El ataque de los “canarios” a la mansión de Osama es la mejor secuencia
de la película y una lección maestra de cómo mantener al espectador al borde de
su asiento, a pesar que ya sabíamos cómo terminaba todo este asunto. Además, la
introducción de los marines encargados de terminar con Bin Laden en los últimos
45 minutos del film fue una bocanada de aire fresco que ya pedía un film que
se ahogaba en el tedio de la impotencia de Maya y la inoperancia burocrática de
la inteligencia estadounidense.
A pesar de esos fallos, “La noche
más oscura” tiene escenas “al límite”, muy bien rodadas por una directora más
que capaz como lo es la inteligente Katherine Bigelow, pero de eso no se
compone una película. Falta enlazar la trama y reforzarla con personajes
atrapantes y atractivos. Eso que tuvo “The Hurt Locker” en potencia en su
narrativa y seducción con sus personajes le falta a “Zero Dark Thirty”. Una
película que tuvo un material interesantísimo, pero cuyo tratamiento distante y
casi periodístico hace que nos interese muy poco la forma como se atrapó al
supuesto enemigo número uno del mundo.
Nota: 15/20
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