viernes, 24 de febrero de 2012

Rumbo al Oscar 2012: "The Tree of Life"

La historia que busca contar esta película es la de una familia de clase media en los años 50s en Estados Unidos, mientras ofrece pinceladas del inicio y el fin de los tiempos. El director Terrence Mallick busca realizar su gran obra contando el origen de la historia. Y eso es mucho, y poco a la vez.

Debemos decirlo de inicio: esta cinta no cuenta nada. Porque si bien se centra en la historia de un niño y como aguanta los abusos de su padre y la estoica vida familiar cincuentera, la película no va más allá. Cuando no estamos apreciando imágenes mundanas de la vida de la familia protagonista, estamos viendo amebas, peces o dinosaurios que nos llevan al inicio de todo. Y las imágenes se van salpicando mientras que, de vez en cuando, vemos un Sean Penn más soñoliento que nunca vagabundeando por ahí. Es incomprensible la sucesión de imágenes que no nos dejan concentrarnos en un punto de la historia, y por ende, nos limitan a centrarnos en un personaje y poder ser empáticos con el mismo. Uno de los muchos defectos de “El árbol de la vida” es que es fría, gélida en extremo.


Nunca terminamos por enamorarnos de un personaje. Siempre las imágenes se están cortando en un estilo de edición propio de una persona con un complejo de hiperactividad. Mallick decide cortar imágenes y moverse rápido cuando no debe, y ser extremadamente lento cuando la historia debería fluir. Las imágenes solemnes imperan en esta película, dándole un ritmo extremadamente lento que no favorece en nada al film. No tenemos nada contra la lentitud de las películas, algunas con necesarias y hasta crean atmósferas agobiantes y a veces hermosas. Pero en “El árbol de la vida”, toda la película es lenta, y se convierte en un metraje de 2 horas y veinte minutos de imágenes hermosas, pero nada más.

A la película le falta personalidad, son imágenes bellas que no cuentan nada. Nos desconectamos de la historia cada vez que Mallick nos saca del relato central (la relación entre el padre y su hijo) e introduce imágenes de la creación del mundo, o de la fantasmal madre mojándose los pies, o de Sean Penn bajando y subiendo de un edificio. Todo es tan inconexo que al final de la película no solo estamos aburridos, sino que no sentimos nada. A todo esto no ayuda la música, tan fastuosa y magnánima que quiere meternos a la fuerza la idea que cada escena, cada plano es esencial para captar la naturaleza de la vida, y que todo lo que ocurre en esta cinta es “bigger tan life”. Y esa conjunción de imágenes y música hace que, sin querer contar nada, esta película sea de las más pretensiosas que hayamos visto.

De los pocos aspectos rescatables de la cinta está la gran actuación de Brad Pitt. Aquí, Pitt cambia de registro, mostrándose como una convincente figura autoritaria que desprende iguales dosis de cariño rectitud a sus timoratos hijos. No es que Pitt pone una cara de palo, sino que acompaña una performace contenida con gestos, variantes corporales y una voz impositiva. Saludamos que junto con Moneyball, el 2011 haya sido el año de Brad Pitt, un intérprete que ha madurado muchísimo y se ha desprendido (sin dejar de serlo) de su categoría de estrella para apegarse a proyectos más arriesgados e interesantes.




Justamente, “El árbol, de la vida” fue un proyecto arriesgado que pudo ser interesante. Pero no lo es así. Salvo la actuación de Pitt, algunas tomas de Mallick y la fotografía, la película es, como se dice coloquialmente, un “plomazo”. Aburre, es pretenciosa, y no cuenta nada. Es decir, el anti-cine. Si “Hugo” de Scorsese nos decía que uno va al cine a enamorarse, vivir aventuras y ver situaciones extraordinarias, en “El árbol de la vida” nos presenta por más de 2 horas viñetas de la vida diaria de los cincuentas, pero sin ninguna garra o sin ningún ápice de pasión. Y esto porque nunca llega a despegar el motor de toda cinta: el argumento narrativo principal. Como la escena final de la película, todo parece fantasmal, deambulando por una playa sin rumbo ni expresión. Esta película de Terrence Mallick es incolora e inodora. Es como la ameba que se muestra en las escenas del inicio del mundo que pudo ser algo más grande, pero nunca evolucionó.

Nota: 10/20

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