domingo, 10 de febrero de 2013

Rumbo al Oscar 2013: Beasts of the Southern Wild

“Bestias del Sur Salvaje” (en adelante Bestias) es la ópera prima del joven cineasta neoyorkino Benh Zeitlin, la gran sorpresa del Oscar al estar nominado a mejor director por sobre nombres más consolidados en la industria como Katheryn Bigelow, Quentin Tarantino, Paul Thomas Anderson, o el favorito de todos, Ben Affleck. “Bestias” es la película representante del cine independiente en la edición 2013 de los premios de la Academia y, aunque sus chances son muy limitadas de conseguir algún premio, ya puede darse por satisfecha con sus 4 nominaciones al Oscar y ser considerada la niña mimada de la temporada. 

“Bestias” narra la historia de Husspuppy (Quvenzhané Wallis), una pequeña niña que trata de sobrevivir a la pobreza de la zona en la que vive, un pueblo apartado de la ciudad de Louisiana conocido como “La Bañera”. Junto con su padre Wink (Dwight Henry), Hushpuppy afronta la furia de una tormenta a la cual deberá sobrevivir junto con los demás habitantes de su pueblo. En la película pasan otras cosas, como la búsqueda de la madre de la protagonista o el mágico encuentro con las bestias mitad jabalí mitad toro, pero un siente que son una consecución de viñetas que se pueden resumir como “las maravillosas aventuras de Hushpuppy” y que no llegan a  consolidar una unidad narrativa sólida. 


No apreciamos una acción narrativa fuerte en la que se vea inmersa la protagonista. Básicamente conocemos a la niña, vemos que es pobre, llega la tormenta, descubrimos que su relación con su padre es complicada, sobreviven a la tormenta, cazan langostinos y cangrejos, los captura el gobierno, llega a un prostíbulo y así hasta que acaba el film. Si bien la protagonista atraviesa por muchas situaciones, nunca hay un objetivo que mueva la película salvo por el mero hecho de sobrevivir. Y eso no es suficiente. Meramente sobrevivir a un apocalipsis no puede ser la única acción narrativa que impulse al personaje. De lo contraria, sucede el fenómeno de esta película: los personajes deambulan sin mayor aspiración. El momento en que los “rescata” el Estado y ellos insisten en no abandonar sus tierras pudo haber desencadenado un enfrentamiento interesante que ofrezca motivaciones sólidas a los personajes, pero el guión no aprovecha este momento y prefiere nuevamente llevar a su protagonista, y por ende al espectador, a otra “mágica aventura”.

Justamente esta debilidad del guión hace que caigamos nuevamente en una de las principales fallas de las películas en estos tiempos: ser pretenciosa. Zeitlin rellena el metraje de imágenes bellas e intensas, con una fotografía muy buena acompañada de una inmejorable banda sonora (los dos mejores aspectos de la película), pero sin ofrecer contenido a la historia de Hushpuppy ni recorrido al accionar de los otros protagonistas. Simplemente nos encontramos con viñetas preciosistas que puestas de manera consecutiva pretenden transformarse en una película. Y no lo hacen. El cineasta olvida que antes de una consecución de imágenes preciosas y bien filmadas es el guión la piedra sobre la cual debe sostenerse la ficción. El “Síndrome Mallick” parece, lamentablemente, apoderarse de las jóvenes mentes del séptimo arte.

 

Sobre las tan comentadas actuaciones, lo de Quvenzhané Wallis es bueno, pero tampoco para decir que es la futura estrella del cine estadounidense. Su actuación está llena de energía y un vigor admirable, pero al carecer de ciertas motivaciones por fallos de guión (no de actriz), hay veces en las que simplemente no entendemos a Husspuppy. O simplemente no nos interesa lo que hace o dice. O simplemente nos cae un poco pesada. En ese sentido, hay un paralelo entre la Hushpuppy de Wallis y la Maya de Jessica Chastain en “Zero Dark thirty”, ambos personajes a “media máquina”, no por culpa de las buenas actrices que las interpretan, sino por fallas de guiones con mucho vacíos y, sobre todo en el caso de Hushpuppy, situaciones desaprovechadas. Sobre la actuación de Dwight Henry, panadero sin experiencia previa en la actuación, la suya es una peformance más que correcta y ofrece un retrato desgarrador como el padre de nuestra protagonista.   

“Bestias” es una película que cautiva conforme uno se compenetre con la protagonista absoluta de la cinta. Pero ese compromiso viene con truco, ya que es fácil compenetrarse con una niñita que trata de combatir a la pobreza, a su alcohólico padre, y a una tormenta de proporciones bíblicas. Pero el guión de la cinta no sabe sacar petróleo de esta premisa y Benh Zeitlin se limita a grabar imágenes agradables al ojo del buen cinemero, pero que carecen de un vacío absoluto. Creemos que son las palabras y los diálogos los que oxigenan una cinta. Una imagen bella es impactante. Una segunda imagen es agradable. Pero ver una serie de imágenes son mayor motivación narrativa debilita las chances de que una película deje una buena sensación en el cinemero. Por ello me quedó la sensación que, por corta que sea “Bestias”, le sobraron varios minutos, sobre todo la parte intermedia del metraje. Hay espectadores que pueden ser del gusto de este cine “de imágenes” y tener en un altar al “Árbol de la Vida” (Mallick, 2011). Yo, sin un argumento sólido, me quedo dormido.

 

Nota: 12/20

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