domingo, 8 de febrero de 2015

Rumbo al Oscar 2015: Birdman

Birdman (o la inesperada virtud de la ignorancia) es la película de redescubrimiento de Alejandro González Iñárritu. Narra la historia de Riggan Thompson (Michael Keaton), otrora estrella de acción que ahora busca reinventarse produciendo, dirigiendo y protagonizando una obra del prestigioso escritor Raymond Carver. Una historia de egos y aspiraciones que puede ser calificada de muchas formas: maniaca, autobiográfica, fumada, ácida, inquietante pero, sobre todo, catártica.

Esta es una película necesaria. Necesaria para todos nosotros. En primer lugar para su director, Alejandro González Iñárritu (que por una razón ahora va como “Alejandro G. Iñárritu). Era un cineasta que, te guste o no (personalmente me parecía más un manipulador que un director de cine), siempre recibía la crítica de explotador de la tristeza y la debilidad. Se le iba la vena de televisa y componía retratos durísimos pero que llegaban a un extremo que aburría. En Birdman, el director se reivindica. Creo que ahora González Iñárritu ha encontrado un punto perfecto, ha madurado. Y esta vez o hace porque deja de lado su ego (esa palabra mágica para este película) y pone toda su técnica al servicio de la película. La regla de oro: primero la historia, luego los egos. Y qué técnica. González Iñárritu demuestra que domina el lenguaje cinematográfico. Unos movimientos de cámara magistrales en una película que da la sensación (falsa) de ser el conjunto de 3 o 4 planos secuencia. Esa magia que inunda la sala de cine y que calza con la historia “meta” de cine y teatro que el realizador mejicano busca contar. Y sabe que lo importante es balancear las emociones con la historia que cuenta. 


Una historia que cuenta con un guión simplemente genial. A diferencia de otras películas donde todos los personajes se contemplaban tristemente (21 gramos) o simplemente todo se difuminaba entre tantos relatos (Babel), “Birdman” cuenta con una historia base, la de un actor que busca desesperadamente de despegarse de su alter-ego superhéroe a través de un mecanismo de suficiente prestigio como el teatro moderno norteamericano. Riigan-Keaton tiene un objetivo y en su búsqueda implacable se entrelazan historias “reales” (y algo predecibles, como los amoríos tras escenas, peleas con actores, falta de financiamiento) con situaciones mágicas como los “poderes” de Riigan o sus encuentros de pesadilla con el súper héroe Birdman que interpretó hace varios años. Estas situaciones están combinadas con un gran timing y se mezclan perfectamente para definir la psiquis de un personaje riquísimo como Riggan. Un personaje con un conflictos externo (llevar a cabo su gran debut en Broadway) y un conflicto interno (zafarse de Birdman de una vez por todas) que se combinan muy bien para crear una historia que nos mantiene pegados a la butaca por dos horas. 

Demás está decir que se trata de un guión súper ácido y graciosísimo. Diálogos desternillantes que además tienen un trasfondo. Porque una de las grandes virtudes de Birdman es que toca muchos temas y los toca bien. La película critica a los medios, a la prensa, al arte, al cine, al teatro, al showbusiness, a los actores, a todos. Y todas estas críticas son mordaces pero justas, con la longitud exacta para que no se convierta en un panfleto de dos horas contra algún punto en específico. Así es como críticas mortalmente issues como Twitter o la fama: con pincelazos puntuales y no con un derroche de moralina apestosa. El, guión siempre dosifica las cuotas de humo y drama, peor más importante aún, conteniendo los excesos de otras películas que ya eran marca registrada de González Iñárritu. Virtud de dirección, pero también de guión, el principal logro del director mexicano con “Birdman” es que hace suya una película, con su sello, peor que a la vez no parece completamente suya. Se aleja de su figura y se consolida. Se refuerza alejándose del ego, acercándose al excelente director y el buenísimo guionista (con colaboración claro de Giacobone, Dinelaris y Bo, sus coguionistas).

Pero la magnífica dirección de González Iñarritu y el genial guión nos ería nada sin las actuaciones. El gran protagonista de la película es un Michael Keaton que se nota ha dejado la piel en la cancha con su personaje de Riggan Thompson. Es cierto, es una versión de Keaton (afamado actor ochentero por su papel de Batman), pero la garra de Keaton es conmovedora, hasta encontrarte con escenas (en especial las que comparte con Amy Ryan) en las que no puedes disitnguir si estás viendo al personaje o al actor. Sea como sea, Keaton se abrió y se entregó a este proyecto como pocas veces se ha visto, con la dote de comedia necesaria (es un gran comediante al fin y al cabo) y mostrando la carga pesada sobre sus hombres de la fama pasajera. Es uno de los “comebacks” de la historia.


Pero el cast secundario no se queda atrás. Edward Norton es otro que ha hace su regreso con una versión de sí mismo (conocidas son las historias del mal temperamento de Norton y su obsesiva implicancia con sus proyectos), es decir, uno de los mejores actores de su generación. Norton es un monstruo a la hora de transmitir la agresividad contenida de sus personajes y aquí da rienda suelta a su vena más atrofiada como actor para componer a un actor maldito. Emma Stone es otro complemento perfecto para Keaton como su drogadicta hija, demostrando que es una buena actriz con un registro algo histriónico pero muy bien aprovechado por González Iñárritu (cuya dirección de actores es siempre impecable) para este personaje. Complementan muy bien el resto de secundarios, destacando una maravillosa Naomi Watts y un Zach Galifianakis que se aleja de sus papeles de comedia rústica y demuestra tener pastad e actor dramático.

A todo ello hay que sumarle que “Birdman” es una película técnicamente perfecta. Una perfecta fotografía de Emmanuel Lubezki y una banda sonora tan loca como precisa complementan la visión de González Iñárritu y sus coguionistas. Ambos elementos logran una conjunción preciosa en una escena en particular, el “escape” de Riggan del teatro y su entrada desnudo a Time Square. Esa sola escena resume el espíritu de “Birdman”: la alocada aventura de un hombre que quería ser más de lo que era y terminó aceptando su destino. Por ello las mejores escenas de la película son la de la confrontación de Riggan con la pesada crítica de teatro y el “descubrimiento” de Riggan cuando su alter ego le demuestra las destrucciones explosivas de su película, sale un pajarraco robótico y el protagonista se dispone a volar. Tan realista como alocada, esa es “Birdman” en su esencia. Una película alucinante, pero sobre todo, necesaria en épocas de egos y falsas aspiraciones. 


Nota: 19/20

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