“Selma” narra un extracto de la
vida de Martin Luther King, aquel en el cual encabezó una marcha pacífica desde
Selma a Montgomery reclamando por el derecho de voto de los afroamericanos. Una
película autobiográfica convencional que a pesar de no tomar ciertos riesgos,
contiene un poderosísimo mensaje.
La historia de MLK es sin duda
una de las más importantes de las luchas cívicas del siglo XX. Y encontrase con
este material para una película puede resultar tanto una bendición como una
maldición. Por eso el primer mérito lo tiene Ava DuVernay, directora
afroamericana que demuestra estar a la altura de los retos. De manera inteligente,
escapa de aquellas escenas que serían obligatorias en otra película sobre MLK:
el discurso “I have a dream” o su asesinato, por ejemplo. DuVernay coge un
punto de la vida de MLK para demostrarnos el complejo camino de este hombre y
los múltiples retos que tuvo que afrontar. Pero además DuVernay demuestra tener
temple para dirigir, muestra de ello es tal vez la escena más poderosa del
film: la confrontación pacífica de King y sus seguidores frente a la Corte de
Justica de Selma.
Pero tal vez el gran soporte de la
película es la portentosa actuación de David Oyelowo. El actor británico, que
hasta el momento solo había interpretado roles secundarios en películas como “Planeta
de los Simios: Revolución” o “El Mayordomo”, sorprende acá creando un personaje
a partir de la figura histórica de MLK. Oyelowo logra transmitir esa fuerza que
tenía un líder que paradójicamente no proponía la violencia. Sea en momentos de
confrontación como su choque con el Presidente Lyndon Johnson o sea en momentos
tensos de desesperación como la emboscada en el puente que sufren sus partidarios,
Oyelowo sabe transmitir las múltiples emociones que van más allá del mito y que
reflejan al hombre.
Pero justamente este último hecho
termina por desencantarnos de la película: la historia sugiere que MLK fue
también un líder que tomó decisiones polémicas y que incluso podría calificársele
como que envió muchas veces al matadero a sus seguidores. La escena del puente
es muy gráfica, mostrando un pueblo afroamericano abatido por la brutal policía
de Alabama mientras MLK lo veía por televisión. Al fin y al cabo, MLK sabía que
muchos de los que protestaban morirían a manos de la policía o de los idiotas
racistas. La gran pregunta que la película no se molesta en abordar es si había
otra forma de protestar o de lograr la tan ansiada igualdad racial. Son en
estos momentos críticos donde podría exigírsele a “Selma” mayor agudeza, pero
lamentablemente no la tiene. Su fiel reflejo es “The Imitiation Game”, que
también trata de un tema polémico como la represión sufrida por Alan Turing
dada su homosexualidad pero decide tocarlo superficialmente. Lo que hizo el
guión mostrándonos la intimidad de MLK con su esposa la borró con la otra mano
al no explorar las contradicciones de este líder.
Falla también la película cuando
se aleja de la figura de MLK. No solo porque Oyelowo llena la pantalla con su poder
(y no se entiende como este, junto con Gyllenhaal y Teller, ha sido dejado de
lado por los Oscars a favor de Bradley Cooper), sino también porque sus personajes
secundarios no están tan desarrollados. Salvo Correta Scott King (la esposa de
MLK), ninguno de los personajes están bien planteados, ni sus motivaciones o contradicciones,
resultando en apariciones de actores famosos como Cuba Gooding Jr. O Martin
Sheen que más parecen cameos. Y los antagonistas que conforman Tim Roth y Tom
Wikilson más parecen caricaturas que otra cosa.
Por ello es que “Selma” se queda
como un buen biopic, peor que falta rematar. Es como si estuviera sola frente
al arco y el gol sería haber tocado esa dualidad de MLK como líder pacifista /
líder que arriesgaba a su gente. Las formas y los objetivos de la protesta
serían un tema interesantísimo de abordar, pero al parecer no fue el objetivo
de “Selma”, demostrando que aún quedará la chance que otro biopic sobre la gran
figura de MLK pueda atreverse a ir más allá. Como punto final mencionar que su
otra nominación es justísima: la canción “Glory” personifica cada nota del
espíritu de la película.
Nota: 16/20
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