domingo, 22 de febrero de 2015

Rumbo al Oscar 2015: The Grand Budapest Hotel

“El Gran Hotel Budapest” (GHB) es la última “rareza” de Wes Anderos, ese director tan particular que puede ser calificados por muchos como “genio” pero por otros como un “simple hipster”. Si bien nunca hemos sido entusiastas del cine de Anderson, esta película es de otro lote: el GHB es su mejor cinta y una de las mejores películas del año pasado.

GHB es muchas películas a la vez: es una comedia hilarante, un cuento de suspenso ejemplar, un retrato de la Europa post primera guerra mundial, una oda a lo antiguo y lo clásico y finalmente es también una película con los “quirks” típicos de Wes Anderson. Todo eso lo hace bien porque, por primera vez en su carrera, el buen Wes se contiene. Y lo que es mejor: pone todas sus habilidades (que indudablemente tiene) mal servicio de la historia. Porque si bien puede discutírsele su talento como guionista (al fin y al cabo los excesos están allí), Wes Anderson ha demostrado ser un director fantástico. Prueba de ello es ese escenón de persecución en el museo del personaje de Willem Dafoe al de Jeff Goldblum. Digno de Hitchcock.

Pero además Anderson ogra personajes entrañable, con los que por fin podamos empatizar. Esto era necesario en una película como esta, cuyo centro narrativo es la huida de dos hombres inocentes por un crimen que no cometieron. Una vez más la referencia a Hitchcock está viva. Y para ello, Anderson se basó en dos grandes actuaciones de un consagrado como Ralph Fiennes, fino y divertidísimo como él solo, y de un joven prometedor actor como Tony Revolori, haciendo del perspicaz Zero. El tradicional cast secundario de Anderson está a la altura, destacando los villanos oscuros que componen Adrien Brody y el mencionado Dafoe.

Haber encontrado el centro emocional de la película es la principal virtud de Anderson. No es tanto la relación de Zero con Agatha (tal vez el único eslabón débil de la película, a pesar de la siempre atrapante Saoirse Ronan), sino la relación de mentor/alumno de Gustave con Zero. A diferencia de “Whiplash”, en GHB la relación es entrañable, entre un hombre refinado pero inmoral (utilizando los deseos sexuales de las viejecillas para el beneficio del hotel) y un joven aprendiz que observa, aprende y termina idolatrando a su formador. GHB es ante todo una película de aventuras, de dos hombres cuyo mayor objetivo es escapar y que encuentran en ese viaje el verdadero sentido no de sus vidas, sino de algo más importante para Gustave: el objetivo de su profesión. GBH es también una oda a los refinados hoteles que parecen ahora mausoleos y de la otrora respetada labor del conserje.


Finalmente, GHB es una maravillosa película en el apartado técnico, algo que siempre ha sido muy cuidado en el cine de Anderson. Por eso no sorprendería ver su victoria en los próximos Oscars en el apartado de mejor vestuario, mejor dirección de arte e incluso mejor maquillaje (irreconocible Tilda Swinton). Es reconfortante ver como en el cine, donde las imágenes son lo principal, un director con la visión de Anderson logra complementar lo que escribe con actuaciones ideales y aspectos artísticos maravillosos. Con el plus que esta vez Anderson logra encontrar un centro emocional en la película y, por fin, contar una historia con protagonistas, objetivos y antagonistas. Anderson se ha graduado, ha madurado, y logra crear una delicia de película. 

Nota: 18/20

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