“The Theory of Everything” narra
la relación entre el célebre físico Stephen Hawking y su primera esposa, Jane
Wilde. Se trata de una película en principio convencional, pero
que logra tener momentos emocionantes que se sostienen sobre todo por el
maravilloso trabajo de su pareja protagonista.
Es sin duda una película bastante
sentimental, que prefiere tratar el tema de las relaciones y psicología de
Hawking sobre sus logros académicos. Y se agradece porque eso muestra el lado
más humano de un personaje muy famoso pero que, a pesar de seguir con vida, es
considerado más mito que hombre. Dejando de lado las teorías de Hawkins sobre agujeros
negros y sus logros, “The Theory of Everything” es una película romántica que
como toda buena representante del género narra una historia de chico que conoce
a chica y que cruzan múltiples adversidades para estar juntos. El añadido de la
historia es la tara que sufre la relación a partir de la enfermedad degenerativa
de Hawking y como la historia de amor se va degenerando.
Este punto era importantísimo en
la película y está muy bien tratado. Sin necesidad de escenas exageradamente
dramáticas o manipuladoras, el tierno lienzo de Hawking y Jane se va derrumbando
frente a todos nosotros y todo lo sentimos muy natural. La represión que sufre
Jane y la añoranza de Hawking por sentirse queridos se conjugan de manera muy apropiada
por el guión de Anthony McCarten y logran emocionarnos (a partir justamente del
libro de Jane Wilde “Travelling to Infinity: My Life with Stephen”).
Esto no hubiera sido posible sin la química que muestran en pantalla
Eddie Redmayne y Felicity Jones. El primero logra una de las mejores actuaciones
del año. Es cierto que la Academia ama las interpretaciones radicales de personajes
con alguna tara física/mental (“Forrest Gump”, “Rain Man”, “Una Mente Maravillosa”),
pero Redmayne logra no solo copiar cada movimiento o tic de Hawking, sino que
siempre dota a su personaje de vida y de una asombrosa capacidad de transmitirnos
algo. No es simplemente una simple imitación de Hawking, sino que Redmayne hace
que siempre empaticemos con un personaje que, ideas brillantes de lado, siempre
estuvo petardeando (directa o indirectamente) una relación en teoría sólida
como la que tenía con Jane. Redmayne logra que el físico más mediático de la
historia se sienta como un profesor universitario o un esposo más de la
Inglaterra de hace un par de años.
El gran descubrimiento de la película es Felicity Jones, joven actriz
británica que aquí consigue el gran rol de despegue de su carrera. Teniendo en
cuenta la magnitud e importancia de un personaje como Stephen Hawking, Jones
logra impregnar de fuerza al personaje de Jane Wilde, a pesar que, como ella
misma dice en una parte de la película, parece una persona que no tuviese mucha
fuerza. Jane fue el tronco que hizo que Hawking no tocara los infiernos y Jones
sabe transmitir cómo esta mujer fuerte se va derrumbando poco a poco, sin legar
tampoco a una escena límite o, como se conoce, “clip de Oscar”.
Gran mérito de todo esto le pertenece al director James Marsh, quien salta
a la ficción luego de su premiado documental “Man on Wire”. A lo largo de la
película, se siente que Marsh viene desde el campo de los documentales, sobre todo
con esas tomas de aspecto rudimentario de la vida más íntima de Hawking. Y esto
funciona my bien porque, como emocionarnos anteriormente, la desmitificación
del mito y la terrenalización de su vida amoroso (y sexual) es el mayor
objetivo de la película.
Justamente al ser tan fuerte la relación entre Hawking y Jane, las otras
relaciones que presenta la película flaquean un poco. Ni la relación de Jane
con su ahora esposo Jonathan Jones ni el affaire entre Hawking y su segunda esposa
Elaine Mason logran impactarnos de la misma manera que los esposo originales.
Es más, la película no trabaja lo suficiente como para justificar el interés de
Stephen en Elaine y, en menor medida, la de Jane con Jonhatan. Una última crítica
que podría hacerse a la película es que es innecesariamente larga, y con un trabaja
de mejor edición hubiese quedado más redonda. Pero sin duda se trata de una muy
buena película que logra consolidarse gracias al estupendo trabajo de su pareja
protagonista y el buen oficio del director Marsh.
Nota: 17/20
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